Guillermo Sepúlveda Casto
Sociólogo/Escritor
El tipo ideal de sociedad como tipo ideal de ser humano.
Hay que dar cuenta de un fenómeno antropológico bien particular que sucede en las sociedades post-modernas. Todas las sociedades en su esencialidad profesan un determinado tipo de hombre, al cual le otorgan un sin número de significados en los que coordinados correctamente generan el tipo ideal de sujeto de la misma. Esta tendencia se supedita en los marcos epistemológicos de comprensión que constituyen la ideología dominante. A manera de ejemplo, el liberalismo y su derivación contemporánea, el neoliberalismo, sugiere y hace eco de una postura rousseaniana: “el hombre es bueno por naturaleza”. En ello edifica todas sus interpretaciones sobre los niveles tanto individuales como colectivos
En el nivel individual la fórmula rousseauniana se asimila a la teoría de la acción racional, en la cual, a pesar de todo lo inconsciente en el ser humano, la razón manda y lo que es más, manda bien, orienta, genera buenas decisiones.
Considerando esta consigna todas las posibilidades otorgadas por el mercado de mercancías no son más que la obra maestra de las necesidades creadas por la propia naturaleza bondadosa del hombre. Es más, comprendiendo la naturaleza materialista del propio liberalismo, toda decisión aparentemente egoísta es buena siempre y cuando lo sea para el individuo. Todo cae entonces en una defensa de cierto “egoísmo bondadoso”, en donde las necesidades no son más que el reflejo de esta orientación psíquica propia del ser humano.
Por su parte, en el nivel colectivo, esta consigna igualmente es coherente. Partiendo de las demandas de un grupo acotado de personas o un movimiento político e inclusive, y esta es su más fiel representación, la noción de Partido Político, es justificado por esta misma interpretación. Toda demanda colectiva, sea esta de un movimiento social a favor de la educación pública, los derechos sexuales de las minorías LGTB, los partidos ecologistas, entre otras, son motivados por esta “bondad natural”. Que, inclusive, aún habiendo contradicciones con otros, nacen y surgen de esta naturaleza y son permitidas bajo la misma interpretación
En lo que concierne al marxismo el vuelco es ahora a favor de un tipo de hombre diferente. Partiendo de una interpretación dialéctica (y ahora deconstruccionista) de la realidad, el hombre que emerge de las “izquierdas”, es aquel que combate férreamente por un cambio de realidad. Su consigna es igual de positiva que el liberalismo, en el sentido de la “esperanza” por un futuro mejor y se manifiesta en los niveles colectivos como demandas ciudadanas, del pueblo, pero con ciertos matices al modelo liberal. Su centro de atención psíquico es “el pueblo”, la “lucha popular”, que en definitiva se sintetiza en la lucha de clases histórica. En este ámbito las necesidades “del pueblo” y sus “luchas populares”, y dado la similitud de origen con el liberalismo, es la de una demanda principalmente material. Y cuando uno concibe demandas materiales, en ella se encuentran tanto las vertientes clásicas de defensa del proletariado como las más contemporáneas de enaltecimiento del cuerpo y sus demandas (Freudmarxismo). Aquí se exige un tipo ideal de hombre, si bien tan materialista como el liberal, aún más, se exige de la compenetración con un proyecto “popular”, esto es, social.
Ambas, sin embargo se sustentan en la “religión del individuo”, ofreciendo un sin número de posibilidades micro-políticos y, por ende, anti-políticas. Comprendiendo la política como la naturaleza social del propio hombre en la polis.
¿Qué es “política” para esta versión post-moderna?: Sencillamente, la Deconstrucción Bio-psíquica de la Conducción Política
Todo el discurso post-moderno colabora con el Neoliberalismo más salvaje. Justamente porque ambas posturas asumen una vida sin Civilización y de ello, sin conducción humana, sin Estado. Si el Movimiento Económico-social del Neoliberalismo logra la disminución del Estado a su diminuta condición de “regente” del Mercado, el Movimiento Cultural lo hace caricaturizando a las instituciones constituyentes del mismo, no obstante su ataque no se consagra en una “deconstrucción de estructuras sociales”, sino además de nuestras propias “consciencias”. Comprendiendo que los Sistemas Sociales (Político, Económico, Jurídico, etc.) son el reflejo bio-psíquico de nuestras expectativas como Comunidad de Pueblo y de quiénes, además, dicen representarlas, una “Comunidad sin Estado” deviene en ser puro rebaño y en ello “puro salvajismo”.
La consagración por ende del Estado, comprendido como estructura bio-psíquicamente dependiente de la Comunidad, es y merece una Elite. Aquella que se diga como tal debe en primera instancia reconocer lo duro de toda conducción, pues de esa dureza espiritual exigida, dependerá también la solidez del Estado conducido. Conducir un Estado es, y lo mencionamos anteriormente, gobernar las expectativas de una Comunidad, además de dominar la ansiedad interna y la complacencia. No se gobierna por compasión, menos por arrogancia, se gobierna para superar los altercados comunitarios, las necesidades básicas de la Comunidad de Pueblo y su futuro.
Un Estado así comprendo es la manifestación del carácter de una Comunidad de Pueblo y su Elite Conductora. Es quizás lo que la propia Comunidad necesita para perfeccionarse, y es que toda Comunidad Sana, aspira siempre a regenerarse y limpiar sus defectos internos.
Al contrario una Comunidad-Rebaño como lo plantea el discurso post-moderno, a la cual es solo consciente de sus apetitos y “derechos” presentistas y no posee ánimo para planificar un futuro mejor, pues prefiere dejarse azotar por sus propios males: Etno-masoquismo y fatalismo democrático
La Democracia es el problema, no la solución
El gobierno del pueblo dicen todos. La participación a través del voto es suficiente. Bajo una linda y bella fantasía esto puede parecer necesario, pero en estricto rigor no lo es ni lo será.
La concepción democrática, asumida para muchos como originariamente helénica, ha traído para muchos la creencia de que entre más habitantes son incluidos como ciudadanos dentro de un territorio, mayores grados de "libertades" debemos otorgarles. Justamente lo helénico, lo denominado "democracia participativa" era lo contrario a lo que hoy muchos burgueses creen. Más parecía ser un honorable ejemplo de Aristocracia que aquella insano régimen llamado por muchos como "democracia.
Sumado a lo anterior, la falsa creencia de que a través del voto una Comunidad Orgánica puede dirigir su destino, sin lugar a dudas ya ha demostrado que jamás podrá serlo. Bajo las urnas siempre se encuentra un organismo público con fines de lucro, hablo claro, de los llamados Partidos Políticos, los cuales esperan ansiosos la reproducción de sus propios capitales. Las campañas políticas son su mejor manifestación. Gana siempre el que invierte más dinero en banderas y panfletos, pierde siempre el que solo confía en la buena voluntad "ciudadana". En estricto rigor, el voto, la participación por medio del voto y el dominio del voto mayoritario, alejan a la Comunidad de Pueblo de sus propios destinos. Menos soluciones sociales y más problemas para un país, no es más que la esencia del régimen democrático
La creencia de que el voto legitima las decisiones de un político elegido "democráticamente" resulta ser una falacia, pensando en claro, que las decisiones y consecuencias de estas son motivadas -por lo general- mayoritariamente por causa de un lobby siniestro que se manifiesta a través de las minorías de turno: empresarios millonarios, grupos de feministas, grupos de homosexuales y muy pocas veces por representantes populares.
El régimen democrático, además, funciona a pesar de las ideologías que lo representen. Es más cuando una ideología (izquierda, derecha, centro, fascista) se democratiza, de la mano viene siempre la germinación de un modo de producción capitalista, basado en la relaciones de producción desiguales y en desmedro siempre de las fuerzas productivas que lo permiten. Se potencia la explotación, la usura y la pobreza. Pasa a ser más importante el aborto que el sueldo mínimo y el matrimonio homosexual prioritario en desmedro de la mejora en las condiciones laborales. Este proceso de democratización a la vez se acompaña con el fomento del egoísmo y la relativización de todo lo espiritual de una Comunidad de Pueblo, pues hasta Dios es sometido al tan abullado sufragio universal.
La mayoría de sus más fieles fanáticos defensores estigmatizan todo intento alternativo de organización política. Hablan de los fascistas, de los totalitarios, machistas y conservadores, pero desconocen que inclusive sin democracia el hombre puede igualmente llegar a la plenitud. Es curioso que tras toda una defensa de la Democracia, se encuentren más garabatos que argumentos. Creo que a medida que vayamos comprendiendo que el amor, la felicidad, la paz ytodo lo que nos hace bien se realiza alejado del régimen que nos gobierne, podemos recién iniciar un cambio cultural realmente revolucionario.
Al contrario de toda idea democrática, considero que el ser humano, como ser social y político, vive mejor agrupado y participando activamente en las instituciones que rigen su entorno más cercano. Que el voto es innecesario cuando durante todo el año te encuentras participando de alguna organización comunitaria o funcional barrial o comunal. Que cuando se habla de "Partido Político" se hablará siempre de una empresa más que un espacio político de influencia ciudadana y que, por ende, sin estos y con la apertura de las Organizaciones Sociales al Congreso, la Comunidad de Pueblo se sentirá más empoderada que bajo los dictámenes de la coalición dominante.
En el plano cotidiano la libertad es más plena sin democracia. Entre más involucrado se encuentre el ciudadano orgánico con su barrio y comuna, su destino será igual al de su comunidad y sus necesidades dejarán de ser "siutiquerias" para ser obra social. Que el Mall que se encuentra en el papel del proyecto pronto deberá ser quemado y olvidado, pues es más necesaria una Sede Comunitaria que un Doggis o un Mc Donald. Cuando uno piensa así la democracia deja de ser un dogma y pasa a ser algo que hay que superar. Pues entre más organizados, menos democracia hará falta para construir un país mejor.
¿Cuál es la alternativa integral de esto: El Estado Orgánico, qué en términos biopolíticos es sólo una cuestión de actitud.
El Estado es el reflejo del carácter de una Comunidad de Pueblo y el Mercado lo que espiritualmente le sobra. Si el Estado es fuerte, lo será también el Alma de la Comunidad que lo sustenta y lo será además su determinación. Al contrario si el Mercado gobierna, la vida cultural de la Comunidad no vivirá más que de abstracciones y especuladores.
Principio del formulario Esta es la “razón psíquica” del Estado, posee corolario espiritual (Evola), pero en breve síntesis su función orgánica no es la de ser un mero instrumento, sino un puente entre la Voluntad y la Libertad. Comprendiendo desde esta concepción que Libertad es la capacidad de conducción de la vida y no una mera aceptación del devenir sin más. El Estado en su naturaleza misma refleja un carácter supra-humano, pues al ser coronado como “instrumento” y en ello, prefiero ser más específico, es más un puente para el Hombre, es desde una perspectiva vitalista el puente hacia el Super-Hombre, al hombre en potencia, a ese que no pretende dejarse reflejar sino imprimir su huella en la Tierra.
La vida de una filosofía como tal no exige la mera crítica moral contra nuestros actuales males culturales, sino reclama ella misma una revuelta heroica propositiva, sin embargo ¿qué significado posee esta reflexión para nuestros tiempos envueltos de neo-liberalismo? Toda la relevancia necesaria. En nuestra era la falta de Estado en la conducción de la evolución humana, nos hace evidente no solo la carencia del mismo, sino de la falta de carácter de quiénes gobiernan actualmente nuestras repúblicas. Queda en evidencia la propia “fragilidad del carácter” de nuestros actuales gobernantes, al poseer también fragilidad para decidir sobres las grandes decisiones en materia política, social y cultural. Su psicología es un dejarse-llevar y en ello no nos defienden ni elevan, al contrario fomentan una cultura de mediocre externalista, aquel que por intolerancia al dolor, se vuelca contra demonios ajenos sin antes salvaguardarse de civilizar los propios. ¿Qué más post-moderno, que más cristiano, que más retrógrado?. Y así prosiguen todas sus aperturas, derechos y libertades. Son solamente en reflejo de un Estado sin Voluntad y así dicho un “trans-humano”, un “último hombre”, un “esclavo de la vanidad”, en definitiva, un “insaciable neurótico sin actitud para crear ni renovarse”.
¿Y qué más creativo que una Economía que fomente la industrialización y manufactura de recursos propios?
¿Y nos preguntamos: en dónde está la mente, las manos, las piernas y el alma del Pueblo en esta economía intelectualoide?
¿Dónde está el futuro? Solo nosotros vemos futuro, porque vemos en el Estado el reflejo del Ser-en-potencia que deseamos nos guie y en esa ruta, aceptar la auto-crianza y la búsqueda de todo lo Bello que en nosotros podemos hallar: desear buen futuro a nuestros hijos, amando nuestra capacidad para ser Gigantes como Pueblo y deseando que ellos aprendan de esa grandiosidad.
Hay que pensar estatalmente…
Seamos ingobernables, seamos intolerantes a la conducción de nuestras vidas. Así reza el lema post-moderno, apela al descontrol. Todo es culpa de algo externo, no hay un “dentro de sí” que sea conducible. Efectivamente, conducible. Y en este alejamiento del control y auto-gobierno, clave es la subordinación de la Voluntad. Subordinación bajo el apetito, pero no concebido como natural, sino como fuerza intra-terrena, inconcebible, mounstrosa. Y es que el hombre no es el lobo del hombre, sino uno más que dotado de Voluntad le es digno asumirla y hacer uso de ello para desplegar su gozosa vitalidad en el devenir.
Y de aquí parte toda libertad natural. Invertir energía, no acumular, porque de esa acumulación el espíritu se transfigura en lo incontrolable y de ese desuso emergen todas las enfermedades del hombre actual.
¿Cómo hablar de una Nueva Libertad y una Nueva Conducción de las cosas?
La libertad concebida, desde el punto de vista liberal, resulta ser una ganancia de mayor cantidad de espacio y una mayor cantidad de tiempo. A lo primero llaman propiedad privada y lo segundo ocio. Ciertamente y desde que estos conceptos tan importantes para el hombre post-moderno actual han pecado de inutilidad en los proyectos de auto-determinación total e integral de los pueblos. Esto, fundamentalmente, porque no es la cantidad de espacios ni la cantidad de tiempo requerido para constituir un cambio del ciclo espiritual contemporáneo, sino más bien una adecuada, por no decir, coherente administración de estos. Así concebido, no es mayor tiempo, sino adecuación al ritmo propio. A su vez, no es más espacio, sino eficiente explotación (cultural, económica e inclusiva biológica) del mismo.
Cada Comunidad de Pueblo posee una forma de valorizar las secuencias y la velocidad de estas, sumado además con sus pretensiones de acelerar, en determinadas circunstancias la realización o no de conductas pertinentes o no al momento; de acuerdo a pretensiones históricas (memoria) o, sea por una necesidad de acercar el futuro (proyección) con afán de racionalizar o no escenarios presentes y así tener predicciones. Dicho esto, y como el tiempo es, según lo dicho, “conducible”, evidentemente que algo aparentemente estático como el territorio o espacio lo es también. Es más a esto es lo que llamamos propiamente como “Oikonomia” o Economía, que según su propia raíz griega apela a la gestión del espacio común.
Dicho esto, el concepto liberal de “libertad”, se vuelve materialista por naturaleza. Desecha las múltiples posibilidades de “control” o más bien, conducción del tiempo el espacio a nivel individual, y del ritmo étnico y el territorial, a nivel comunitario. Especula, y no sólo en términos financieros, la existencia de “manos ocultas” que a vox populi son “fuerzas”, “destino”, o en el peor de los casos “tentaciones”, como si estuviésemos constituidos por la vulnerabilidad a lo ideológica y moralmente proclama como dogmas culturales. El hombre es libre “hacia afuera” predica la consigna post-moderna, pero es esclavo “hacia dentro”.
Esto vuelve y hace eco en la historia de este ciclo espiritual, el cual fue definido por caracteres judeo-cristianos, en dónde el libre albeldrío lo era en consideracione externas, que luego el socialismo-científico lo concibió desde la libertad de Estado (etapa culmine de la revolución comunista) y ahora el neo-liberalismo defiende con la libertad individual, esta última, defendiendo no ya un querer actuar con fines sociales, sino netamente mécanico-individuales. No es el Hombre el protagonista de la historia, según el capitalismo actual, es la máquina biológica caracterizada como individuo. Y lo cierto es que esta máquina biológica llamada individuo es libre de operar como el esclavo que es internamente, ya que niega el alma, pero al negarla hace suyo su peor esclavitud habida en la historia humana: la de sí mismo.
¿Qué hacer? Volver a Dios y al Hombre
La muerte de Dios significa el alejamiento del principio de trascendencia y la muerte de los fundamentos sobre-naturales en el mundo occidental-cristiano-moderno. La cuestión así planteada marca la muerte de un principio, pero enhorabuena, más que de Dios, hay que preocuparse de la muerte de la Racionalidad Moderna, la cual trae consigo una consecuencia aún peor: la muerte del Hombre como explicación. Y en ello estamos, definitivamente los ateos están estancados en sus propios vacíos existenciales y vanidades. El tema no es Dios, ahora es el Hombre y lo que vendrá despúes de Él. Los deconstruccionistsa ya pusieron sus apuestas: apelan al "cuerpo y sus apetitos". Los que sabemos que no basta con tales reducciones post-materialistas, sabemos que para que el ciclo histórico del Materialismo Contemporáneo se rompa, hay que abogar por la Totalidad y en ello tanto Dios, como la Razón y el Cuerpo merecen la integración que permitirá el cambio revolucionario necesario para salir del péndulo y el ciclo vicisio del parcialismo epistemológico-político-social.
Nos hemos vuelto vulnerables. Y en eso no hago manifiesto una consideración económica, sino más bien espiritual. Desde el micro-mundo de lo cotidiano hasta el macro-mundo de lo político, realizamos las cosas no por una ética, sino por un acto de complacer. El Estado vive complacientemente del empresariado financiero, los partidos de las minorías sexualmente apetitosas, y demases. Los municipios, de las empresas locales actualmente financistas de proyectos y en las familias, que decir de las familias, de lo que otro (sea hombre o mujer) pretende con nosotros. Y es que esta locura no está estrangulando. Por lo pronto, urge una afirmación que supere el decadente principio de complacencia ajena y entrone los más altos valores del Bien General.
Un mundo preocupado más de las fobias que de sus valores, es además un mundo rico en inseguridad y, por ende, sin creadores confiados en realizar obras maestras.
Hay que perder el miedo y velar por construir Hombres de Estado en el estricto sentido de la palabra y no meros reaccionarios panfleteros.
Guillermo Sepúlveda Casto
Sociólogo/Escritor
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